Estrategia financiera en entornos de cambio

A día de hoy no existe ninguna empresa en nuestro país, por no analizar que sucede fuera de nuestras fronteras, que no esté viviendo una situación de crisis económica (pocos serán los sectores no afectados), motivada por una crisis sanitaria derivada de la pandemia de la COVID19. En estas situaciones, viviendo en un entorno tan cambiante, se hace imprescindible y es de responsabilidad empresarial ser más sensible en tu planificación y estrategia financiera de tu compañía.

 

En cualquier crisis económica, y a mi edad ya he vivido varias, se puede predecir una caída de ventas de “manual”, fomentando un clima de reducción de costes, donde tus activos también corren el riesgo de deteriorarse y donde tu tesorería, pieza ultra sensible del sistema, se tensiona para evidenciar que una vez más Cash is King, y que no va a ser nada fácil captar nuevos fondos mientras dure la “tempestad”.

 

Por lo que, en momentos de cambio, la planificación y la estrategia financiera se hace todavía más necesaria. No por estar viviendo en un entorno tan cambiante será mejor planificar día a día, porque de lo que se trata es de pilotar la nave y no que el entorno nos dirija a nosotros. Y una planificación financiera, tiene que estar íntimamente ligada con una estrategia financiera, porque sin ella no tiene sentido planificar. Se trata de dos figuras que deben circulan en el mismo sentido y por la misma vía, sin estrategia no existe planificación alguna y sin esta, no conocerás como de eficiente es tu estrategia. Se inicia con un plan de negocio, y a través de este plan se traza una planificación financiera siguiendo las necesidades de la estrategia financiera para consolidar el objetivo. El Business Plan, es la herramienta imprescindible para plasmar esta exposición.

 

La planificación no es más que trazar el futuro de la compañía a corto, medio y largo plazo. Evidentemente, debe estar en línea y ser consistente con la estrategia corporativa. Y por supuesto se inicia con un plan de ventas, de la cual dependerían todas las políticas de gasto, Capex, circulante y dividendos.

 

Viendo la situación que está viviendo el sector del turismo en nuestro país, no resultaría chocante que los diferentes agentes que levitan en el sector alzaran la voz para pedir un rescate inminente. Como todos sabemos, las compañías interactúan en escenarios con un alto nivel de amenaza, en muchos países suelen ser la misma competencia, en otros los propios gobernantes y ahora convivimos con una nueva amenaza, la cual no está siendo nada fácil combatirla. Sería sensato pensar que, con la aparición de esta amenaza epidemiológica, nos gustaría que los gobernantes fueran más sensibles a los devastadores efectos que está teniendo en nuestra economía. Porque la epidemia no conoce de competidores, ni de legislaciones, tan sólo actúa biológicamente como sabe hacer, expandiéndose, y nosotros parece ser que se lo estamos poniendo bien fácil.

 

Si para una buena planificación financiera se estima necesaria un plan de ventas, ¿Cómo es posible que el sector del turismo pueda plantearse seguir en pie si estima que sus ingresos en los próximos meses sean cero? A mí no me entra en la cabeza, que los gobernantes empujen a los empresarios a endeudarse para mantener vivos sus negocios, sabiendo que esta epidemia va estar conviviendo con nosotros, siendo optimista, hasta el 2022. ¿Cómo es posible que te obliguen a cerrar tu establecimiento de restauración u ocio nocturno, y al mismo tiempo sigan penalizándote por los despidos? En mi opinión, la situación no la deberían de soportar los empresarios, esta amenaza bacteriológica no aparece en los manuales que se predican en las grandes escuelas de negocios, los empresarios no están preparados para afrontar una amenaza de esta magnitud. Deberían ser los propios gobiernos quienes combatieran la pandemia en todas sus vertientes, no deberían dejar a los ciudadanos, a los trabajadores, a los autónomos y a las empresas combatir sus efectos. Entiendo que para eso formamos parte de un país, un lema de unidad y orgullo mundial allá donde ondeamos nuestra bandera, sin unidad no conseguiremos nada.

 

Si la empresa privada se ve obligada a solicitar ERTE’s para cortar el “chorreo” de gastos, entiendo que la Administración también podría hacer lo mismo e incluir en un ERTE a un % de sus empleados públicos, la situación lo merece, ¿por qué no desviar partidas de presupuesto que sirvan para paliar los gravísimos efectos de la pandemia? Es momento de combatir, y para combatir la pandemia no necesitamos armas, sino ayuda y sustento a todos los ciudadanos afectados por la COVID19, por lo tanto, anulemos la partida del Ministerio de Defensa en el Presupuesto General del Estado (PGE 2021), ya que no necesitamos carros de combate, sino montones de carros de solidaridad para la gente que sufre los azotes del enemigo, que no es otro que la COVID19.

 

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